Satan Devil Capture

Igual a algunas personas no le gusta mi libro, pero yo me he esforzado mucho.
Si lo que os molesta es que los malos sean los católicos y los buenos los satánicos, yo con eso me referia a que no todo es como aparenta y lo que pensamos que es lo peor porque lo dice mucha gente podria estar bien.

miércoles, 9 de marzo de 2011

SDC

Prologo
  Lluvia. Llovía mucho. La lluvia caía sobre el paraguas amenazando con romperlo y empapar a la joven que va debajo. La chica destacaba y se camuflaba en la oscuridad como si perteneciera a ella.
  Tenía una larga melena de un negro azabache, vestida con una chaqueta de cuero negra, unos tejanos oscuros y unas botas negras con poco tacón, aunque lo que más destacaba en ella era su piel blanca y sus grandes ojos negros, negros y profundos ojos de semi demonio.
  La joven había estado todo el día dando un paseo bajo la lluvia, ella sabía qué hoy era un día importante, por lo que iba a pasar después de unos minutos y, porque, hace dieciséis años, su madre tuvo qué marcharse para que ella pudiese vivir en un mundo como una humana normal.
  -¡¡¡SOCORRO!!!
  La voz de una mujer suena no muy lejos de ella. No se puede aguantar, siempre ha sido así, tiene que ayudar a todo el que tenga problemas en los que ella pueda intervenir.
  Corre. Corre muy deprisa, lo más deprisa que puede. Gira la esquina para entrar en un callejón. Allí ve a un hombre vestido como un cura del siglo dieciocho con una daga en la mano y una mujer sentada en el suelo con un vestido de tirantes anudado con un lazo en la nuca que dejaba ver toda la espalda y un enorme tatuaje de una estrella roja, con una gargantilla negra con una cruz cristiana invertida y un cinturón de cuero negro con un gran circulo de metal con una estrella roja pintada y la mujer estaba cubriéndose la cara con los brazos.
  -¿¡Pero qué...!? Creí haberte despistado en "el Intermedio"- dice la mujer apartando los brazos de la cara, pero lo que más sorprende a la joven es que, cuando la mujer aparta los brazos, ve que es... ¡IGUAL QUE ELLA! pero la mujer parece más madura y tenia los ojos rojos sangre.
   -El viaje del infierno hasta aquí agota a los demonios satánicos pero, no, a los católicos- dijo el que parecía ser un demonio católico.
  -¡MUERE PUTO CATÓLICO!- dijo la mujer que era la demonia satánica.
  Mientras que dijo esto levantó el brazo, apuntando al demonio católico. Del brazo le salio una espada de doble filo que salio disparada hacia la garganta del demonio católico. Le atravesó la garganta y desapareció.
  -¿Señora se encuentra bien?-la joven lo había observado todo sin creerse lo pero se atrevió a acercarse a ayudar a la mujer que estaba a punto de desmallar se.
  -¿Cómo me puedes ver?...- preguntó la demonia satánica con una cara de verdadero asombro-Con que Satán te eligió a ti para luchar con ese tipo sin nombre- dijo terminando la frase con una sonrisa lobuna, dejando ver todos sus afilados colmillos.
  -¿Qué intentas decir? ¿Qué soy un demonio o algo parecido?
  -Intento decir que eres un semi demonio. Satán tuvo que elegir a un semi demonio porque los demonios satánicos completos frente a un Innominado se sienten tan mal que no pueden hacer nada, pero, un mestizo sí, porque a su parte humana esa fuerza no le afecta y entonces podrás devolverlo al infierno del que se marcho hace miles de años.
  -Señora, lo siento... pero no me creo todo lo que me esta diciendo...
  -Pues créetelo porque es la pura verdad, por que si no cómo podría haber matado al demonio cristiano o por qué desapareció cuando le atravesó la garganta. Contesta me si tienes la respuesta.
  -Yo...
  -Lleva me a tu casa para entrenarte aunque sea solo una prueba. Me llamo Sombra.
  -Yo Victoria. Pero, ¿a qué te referías con qué como te podía ver?
  -Solo los demonios, mestizos y algunos casos especiales pueden ver a los demonios.
  -Aaa... ¿pero qué tipo de casos especiales?
  -Las personas que estuvieron a punto de morir y, los casos más extraordinarios, que tienen los "Ojos del Infierno", como mi amor...
  -¿Tu amor era humano?
  -Ahora que me fijo tienes sus ojos y eres muy parecida a mi, no me digas que nunca conociste a tu madre.
  -Así es, según mi padre se tuvo que ir y no me pudo llevar con ella porque seria peligroso para mi, aunque nunca me dijo a donde se fue.
  -Creo saberlo.
  -¿A dónde?
  -Al Infierno.
  -¿A qué te refieres?
  -Que tu madre era una demonia y creo conocerla.
  -¡¿Quién es?!
  -Yo.
  -Mama...¡MAMA!
  Y después de eso se fundieron en un abrazo y se marcharon a casa de Victoria.
Capítulo 1
  -¿Ya son las siete?- pregunta Victoria a Sombra que acaba de entrar sigilosamente a la habitación y ha abierto las cortinas de repente dejando ver la luz del día.
  Ayer, al volver para casa Victoria, esta le pidió que la despertase a las siete en punto de la mañana. El padre de Victoria todavía no había vuelto del trabajo y tendría que dormir en el despacho. Su padre trabajaba en una gran empresa de informática y ahora están intentando crear un nuevo super-antivirus, por lo que tiene mucho más trabajo de lo normal.
  -Me dijiste que te despertara- contesta su madre con una gran sonrisa maternal en la cara- Pero... ¿Por qué?
  -Porque tengo que ir al instituto, sabrás lo qué es el instituto, ¿no?- su madre le responde con un asentimiento- y, mientras qué nadie te pueda ver, puedes venir conmigo, si quieres.

  -Será interesante.
                                                               
  El instituto tenia un gran jardín al rededor del edificio pre-románico donde los alumnos se reunían para gimnasia, el recreo y para esperar a que tocase el timbre que les indica que han de entrar a clase.
  -¿Qué también te atreves a venir hoy?
  -La friky ataca de nuevo.
  «Malditos gilipollas, porque no me pueden dejar ni un día en paz» pensaba Victoria mientras andaba para reunirse con sus dos únicas amigas: Patricia y Aroha.
  -¿Por qué dejas que esos humanos te digan esas cosas?- pregunta Sombra ofendida por como su hija no hace nada para detenerlos.
  -Me enteré ayer de que soy un semi demonio. Y puedo soportar lo que me digan.
  -Pero,¿por...?
  -¡Viky!- una voz desconocida para Sombra, pero muy familiar para Victoria interrumpe a su madre a la mitad de la frase.
  Una chica un poco baja con el corto cabello castaño y rizoso se acerca corriendo a las dos con sus grandes ojos castaños brillando. Lleva el mismo uniforme que Victoria.
  -¿Qué tal?- pregunta Patricia.
  -Aquí, como siempre, queriendo  dar una paliza a los que me insultan. ¿Y vosotras?- pregunta Victoria con una media sonrisa.
  Patricia ya había llegado al lado de Victoria, pero otra chica llegó después de esta. Era Aroha, tenia que destacar en algo, llevaba el mismo uniforme pero con un nudo y el resto de la cinta roja colgando, era más ata que Patricia y tenia el pelo rubio y ondulado, pero en lo único que se parecían Patricia y Aroha era en los grandes y brillantes ojos castaños.
  -Na, aquí, que me quieren pegar una paliza porque yo tengo novio y una anda por el- dice Aroha.
  -Pues que tengan cuidado no valla a ser que a las que les den la paliza sean ellas.
  La primera sonrisa de verdad en todo el día. Por fin su ración de felicidad. Victoria esta eufórica aunque intenta disimularlo.
  -Pareces muy contenta hoy. ¿Por qué será, será?- le pregunta Patricia.
  -Pues porque estaba muy enferma y me habéis dado mi medicina.
  -¿Eh?- preguntaron Patricia y Aroha al unísono.
  -Sí. Estoy enferma porque le quiero dar una paliza a alguien y no puedo. Y me habéis dado mi medicina porque hoy, por fin, me desahogaré.
  En ese momento suena el timbre indicando el comienzo de las clases. Todos los alumnos se van hacia sus respectivas clases en un conjunto de cabezas, piezas carmesí del uniforme femenino y piezas azul marino del uniforme masculino.
  -El timbre... Jeje... ¡a clase se ha dicho!- exclama Victoria, adelantando se a sus dos amigas, levantando al vuelo su larga melena negra.
                                                               
  Las clases pasaron rápido para Victoria. Estaba ausente, pensando en quién seria la o el insensata/insensato que se metía con su amiga. De vez en cuando oía a Sombra decir algún comentario sobre lo que estaban diciendo los profesores, tipo a: "¿Para qué quieren saber lo qué les pasó a unos locos músicos, si lo importante es saber Historia y poder defenderse de los demonios qué os van a invadir dentro de muy poco?", en música, y, en sociales, "¡¿Qué?! ¡¿Qué el cristianismo era la religión principal en España hace más de mil años?! ¡Me vio a morir aunque sea imposible!".
  En cuanto terminaron las clases Aroha, Patricia y Victoria se encontraron con una chica,llamada Golinda, que, verdadera mente, parecía un ogro. Llevaba un uniforme compuesto por una chaqueta y unos pantalones carmesí y era muy ancha de caderas, pero lo más horrible era su cara y su pelo, Tenia el pelo muy oscuro, enredado y grasiento y tenía unas mechas rubias muy sucias por encima del pelo oscuro. Y eso solo su pelo, su cara era peor. Tenía los labios muy gruesos y con un pirzing de aro negro atravesándoselo, una verruga enorme qué parecía la Península Ibérica, estrecho en la parte que se une a la cara y muy grueso en la parte que termina; tenia unas cejas exagerada mente gruesas y sus ojos eran alargados y de color marrón ( N. del A. ... ummm... la palabra que quería poner quedaría muy mal en mi libro así que dejemos lo en marrón).
  Detrás de Galinda estaba su única amiga, Norinda. Esta era bajita (casi tanto como Cristina), regordeta... y muy puta(N del A. siento la palabrota)... le gustaba mucho el probar cosas nuevas y, bueno, como nombres nuevos... también le gustaba mucho el karaoke con el micrófono bien agarrado, nunca vestía normal y iba provocando, de esa manera llevaba el uniforme de tal manera qué parecía que Norinda iva en ropa interior.
  -¿Qué te has atrevido a venir?- preguntó Golinda con un aire de superioridad.
  -Has traído refuerzos, pero que gallina- comentó Norinda.
  -Ellas solo vienen a ver como os rompo la cara- dijo Victoria alzando el puño de manera ofensiva.
  -Ven y da nos todo lo fuerte que puedas- dijeron entre risas el ogro y la puta.
  Victoria hizo lo que le dijeron, se acercó a la velocidad de la luz y le dio un puñetazo en la cara a Galinda y una patada en el estomago a Norinda, que escupió una cantidad considerable de sangre. Todo era de color rojo, la sangre y sus uniformes. Todo.
  Galinda tenia las manos en la cara intentando taponar la hemorragia que se le había creado, aunque sus esfuerzos eran inútiles, porque se le podían ver reguera de sangre entre los dedos que bajaban y terminaban convertidos en grandes gotas rojas.
  Norinda se había llevado una mano al estomago y otra a la boca por donde se le escapaba algún que otro reguero de sangre.
  Después de recuperarse del golpe Galinda y Norinda corrieron hasta sus casas donde, por fin, estarían en paz.
  -Me alegro de tenerte como amiga, Victoria. No me abría gustado acabar como ellas si me pego contigo- dijo Aroha soltando una risilla divertida.
  -Mejor nos vamos para casa- comenta Victoria comenzando el viaje hasta su casa.
  Las cuatro se fueron hacia sus respectivas casas: Cristina, Aroha, Victoria y Sombra, que se estubo riendo durante toda la paliza y todo el camino hasta casa
                                                               
  En casa, Sombra se fue hasta el sofá del salón y se sentó, esperando a su hija que se había ido a cambiar. Cuando volvió llevaba una camiseta de manga corta lavada hasta poco más debajo del sujetador y, encima, un top morado oscuro con una estrella amarilla en el centro y unos pantalones cortos de chandal a juego con el top.
  -Ha sido muy divertido ver con les dabas una paliza a las dos... ¡Y después la manera en que huyeron!-exclamó Sombra soltando una risa de loca sádica-. Se nota que eres mi hija.
  -Hola, ¿qué tal ca...?
  La voz se dirigía desde la entrada del salón. La voz era de un hombre de treinta años, tenía el cabello color miel echo mechones, si lo hubiese llevado cualquier otra persona se hubiese dicho que estaba despeinada, pero en él era muy elegante; estaba muy en forma y llevaba unos vaqueros claros y una camiseta de pico blanca.
  -¡SOMBRA!- exclamó el padre de Victoria al ver a su antigua pareja y madre de su hija en el salón.
  -Hola, Sergio- dijo Sombra-, hace mucho que no nos vemos. Te veo igual qué siempre.
  -Pero... ¿por qué estás aquí?
  -Esa mierda de dios cristiano está empezando a movilizar demasiados demonios y necesitamos a un semi demonio para derrotarlo.
  -Eso es malo.
  -¿Lo dices por el bien mundial o por el bien de tu hija?- Sombra arqueó una ceja, sabia la respuesta.
  -Por mi hija, el mundo es importante, pero para mí lo primero es mi hija.
  -Ja.
  -¿Ja qué?
  -Lo sabia.
  -Parecéis dos niños pequeños- interviene Victoria.
  Su madre le sacó la lengua, era cierto parecía una niña pequeña; su padre se rascó la cabeza y miró al suelo avergonzado.
  -Bueno... -dice Sergio- ¿y la comida?
  -Tengo ensaladilla en la cocina- dijo Victoria.
                                                               
  Después de la comida Victoria se fue a hacer los deberes. Tenia demasiados deberes de música y estubo más de media hora con ellos y, después, las matemáticas, eso fue el cielo, no más de diez minutos para hacer quince ecuaciones de primer grado. En cuanto terminó los deberes bajó al jardín trasero, Sombra había echo unas líneas en el suelo, que eran una estrella de cinco puntas dentro de un circulo. Al darse cuenta de que Victoria estaba dentro del circulo le dio una sonrisa maternal, pero, también, diabólica.
  -Hija- comenzó Sombra-, vas a tener que aprender a volar y a combatir si quieres alludarme.
  -Vaaaaaleeee.
  -Concentra toda tu energía en la espalda hasta que sientas algo que quiere salir de allí.
  Concentración. Toda su energía a su espalda. Le flaqueaban las piernas y le temblaban los brazos. Empezó a sentir un cosquilleo en la espalda, le formaban dos grandes líneas empezando por los omóplatos terminando en el fin del costillar. Dolor. El cosquilleo se combirtió en un agudo dolor. Victoria se empezó a encoger por el dolor, se abrazó a las rodillas y esperó a que todo terminase. Algo la estaba molestando desde dentro como si quisiese salir. Más dolor. Aparecen dos bultos en su espalda. Los bultos se movían y temblaban, pero crecían y crecían hasta que aparecieron dos largos huesos blancos que crecieron hasta alcanzar dos metros. Estos huesos se dividieron en dos unidos por unas articulaciones, y, de esas articulaciones, salieron tres ramificaciones de un metro cada una. Los huesos se le fueron cubriendo de una capa muy fina de piel morada uniendo todos los huesos con una membrana. Sombra se le acercó y le puso una mano en el hombro. Victoria miró hacia su madre y después a sus enormes y magestuosas alas. Eran diavólicas y hermosas al mismo tiempo. El corazón de Victoria se le llenó de alegría al verlas. Ahora, solo le faltaba aprender a volar.
  -Mamá, ¿me vas a enseñar a volar?- preguntó Victoria, poniendo una sonrisa de oreja a oreja a la que su madre no se pudo resistir.
  -Si, hija, espera a que saque las mías.
  Sombra echó los hombros hacia atrás y los movió un poco, después, unas magestuosas alas negras le salieron de la espalda. Eran iguales a las de Victoria en todo excepto el color.
  -Ahora, imítame- le apremia Sombra.
  Sombra desplegó sus alas al máximo y se puso a batirlas despacio y con cuidado; se inclinó un poco y saltó. Fue lo único que necesito para echarse a volar.
  -Ahora tú- gritó Sombra desde las alturas.
  Victoria se acuclilló un poco más que su madre, por si acaso; y saltó. Se elevó unos tres metros del suelo con una sola, corta y devil batida de alas. Estaba extremadamente excitada. ¡Podía volar!
  -Muy bien- dijo Sombra, con una sonrisa pícara en la cara.
  -Es muy excitante esto de volar- le respondió Victoria, que ya no se podia contener de la alegria que albergaba su joven y mestizo cuerpo.
  -Volvamos.
                                                               
  -¡AH!- una voz femenina grita en el fondo de un callejón oscuro a media noche.
  -Cállate, humana, ahora me vas a dejar violarte y descuartizarte- un demonio católico ataviado con una túnica blanca con manchas de sangre.
  -Si ya decia yo que olia mal- dijo Sombra aterrizando detrás del demonio católico.
  -Mierda- exclama el católico soltando a la mujer a la que estaba agarrando por el brazo.
  Victoria aparece detrás de la mujer y la sujeta cuando se está a punto de caer. Victoria estubo practicando el vuelo hasta que su madre le dijo que habia detectado actividades católicas y que la acompañase.
  -Muere maldito católico- dijo Sombra que levantó el brazo apuntando al demonio y de éste le salió una espada de doble filo con la que cortó al demonio por la mitad. Un fuerte chorro de sngre manaba de las dos partes del cuerpo, ahora inerte. La chica que estaba en brazos de Victoria se desmalló al ver la escena, era demasiado para cualquier humano, hasta a Victoria se le revolvió el estomago al ver las visceras del demónio en el suelo, junto con un charco de sangre, que cada vez se hacia más y más grande; y las dos partes del cuerpo a medio metro de distancia.
  -Nos vamos- la voz de Sombra a sustó a Victoria, que intentaba imaginarse cómo serian los siguientes dias del resto de su vida.
  -Vale, madre.
                                                               
  -Señorita, Shado, ¿podría resolver este problema? ya que se ve que sabe tanto...- pregunta el profesor de Matemáticas poniendo los brazos en asas encima de esa horrible camisa a rayas azules y esos pantalones de pana marrones que daban verguenza agena verlos.
  Victoria se levantó con una mueca de desagrado en la cara. Odiaba tener que levantarse de su asiento durante una clase, y, más, para hacer algún ejercicio en la pizarra.
  Victoria cojió la tiza que le tendia el profesor, puso cara de no saber nada, para hacer creer al profesor que en realidad no se lo sabía; cuando, la verdad, es que, ya tenia la ecuación resuelta dentro de su cabeza.
  Puso la punta de la tiza en la pizarra, un momento de duda para afianzar el pensamiento del profesor y... escribió el resultado a una velocidad impresionante, fue tal velocidad que dejo a su profesor de Matemáticas y a toda la clase con la boca abierta.
  -¿Puedo volver a mi sitio?- preguntó Victoria con una sonrisilla pícara en la cara y mirada desafiante.
  -S...si...- había dejado al profesor si habla, él nunca habia visto resolver una ecuación tan larga en tan poco tiempo... puede que esa chica sea un genio y nadie se da cuenta de ello...
  El resto de las clases transcurrieron sin nada interesante, todo iva bien... hasta la campana que daba fin a las clases de hoy. El profesor de Matemáticas cogió a Victoria por el brazo cuando iba a salir por la puerta principal del instituto.
  -¿Qué le pasa? No me diga, he suspendido el último examen con una nota mediocre o es que le ha sorprendido que, en realidad, se me den genial todas las asignaturas, digase que soy un genio, y no me da la gana de esforzarme lo sufiente como para aprobar con unas super notazas y me conformo con cincos y seises.
  -Lo segundo- el profesor estaba más serio de lo normal, podria dar miedo si no fuese porque le temblaban las piernas.
  -Ja. Lo sabia. ¿Y qué quiere de mí, si puede saberse?
  -Me gustaria saber por qué no te esfurzas, ¿acaso quieres ser algo en esta vida?
  -Lo que me gustaria ser ya lo soy, así que, no tengo por que esforzarme más de lo necesario, y, ahora, si me disculpa, me voy a mi casa.
  «Valla mierda de profe plasta me ha tocado- piena Victoria mientras recuerda lo sucedido anoche- ya soy lo que quiero ser, una semi-demonio en practicas que se carga a católicos». Desde pequeña ella era difernte, no por ser mestiza, si no por que no soñaba con convertirse en una princesa como el resto de las niñas de su edad, ella queria ser un demonio para poder matar sin compasion a quien se le pusiese por delante. Y, ahora, su sueño se ha cumplido.
                                                               
  -Cariño, ¿te pasa algo?
  Era su padre el que le habló, muy dulcemente. Sus padres estaban muy preocupados desde que volvió del instituto y, todavia, le tenian que contar una mala noticia. En cuanto llegó se echó en el sofá del salón, boca abajo, y empezó a llorar. ¿Por qué tenia que ser ella así? ¿Por qué no ningúna otra persona? ¿Por qué era ella la que siempre pensó en sangre, muertes, empalamientos y todas esas cosas? ¿Por... qué...?
  -Victoria, dinos que te pasa.
  Esta vez era su madre la que le preguntó. A Victoria le sorprendió que la tratase como a algo muy delicado, como a un preciado tesoro.
  -¿Por qué soy la única diferente?- preguntó Victoria entre sollozos.
  -Hija, ser diferente te hace especial y, tú, eres muy especial... Puedes hacer cosas que ninguna otra humana de tu edad pueda hacer. Y, ahora, levanta la moral, puedes volar... ayer estabas ilusionada con el tema y, hoy, mirate, no pareces la misma.
  -Mama... hoy el profesor de Matemáticas me dijo que pensaba que soy superdotada, cosa que no lo soy ni en broma, y me hizo pensar en que nunca fui como el resto del mundo.
  -Qué piense lo que quiera, tú eres especial y no puedes llorar por eso deverias llorar porque...- Sombra se corto a la mitad de la frase. No. Todavia no se lo podía decir.
  -¿Por que... qué?- pregunta Victoria que se ha lebantado del sofá y esta delante de su madre.
  -Victoria...- interviene Sergio- me han hechado del trabajo porque no podian tener demasiada plantilla y me han echado a mi.
  -¡¿QUÉ TE HAN ECHADO?!- a Victoria esta a punto de darle un patatús, han echado a su padre del trabajo, ¿cómo pagarán la comida, la luz, el agua...? Espera. Ya lo sabe-. Tengo una idea, puedo aprobechar que soy una semi-demonia para hacer una pagina donde la gente me pida hacer cosas por dinero... Tranquilo, papá, eso no- a su padre se le habia quedado una cara de terror muy exagerada-. Tipo a una mercenaria.
  -No es mala idea... - Sombra le da la razón a su hija- además así podrás practicar un poco.
  -Dicho y echo. Papá, tú te encargas de la página en internet y nosotras vamos a las misiones.
  -Vale... Dios, no sé porque ma dejo convencer.
  -Porqu tu mujer es una belleza- responde Sombra poniendo los brazos en la nuca y curbando un poco la cadera acia la derecha.
  -Sombra dejalo que le va a dar algo- dice Victoria riendose-. Me voi a estudiar y, después a practicar con mamá. Te dejamos solo.
                                                               
  -Ahora vamos ha hacer gimnasia. Corre detrás de mi y no me pierdas.
  Dicho esto Sombra sale corriendo a una velocidad de vertigo y Victoria va detrás de ella, no corre tan rápido como su madre, pero va más rápido de lo normal para un humano.
  Salieron de la casa y fueron por las calles de la ciudad y terminaron en la salida de la ciudad. Había miles de árboles y una pequeña casa deteriorada donde, según habís oido Victoria, se reunían las chicas a las que les habian dado la paliza el otro día y unos chicos más. Alguien salió de la casa cuando Victoria y Sombra habian parado para tomar aliento. Era Golinda que salia para dejar sola a Norinda con una horgia que tenia entre manos.
  -¡TU!- Gorinda no salía de su asombro al ver a Victoria ahí delante-. Te voi a matar.
  Dicho esto se sacó una navaja del bolsillo del pantalón y se lanzó hacia Victoria. A Victoria se le incrustó la anvaja el el hombro y le dolía mucho. A Victoria, al ver su sangre caer al suelo, Los dientes se le transformaron en afilados y pequeños colmillos y en los ojos le salieron unas manchas rojas. Victoria se empezó a reir como una maniaca y se arrancó la navaja salpicando el suelo y a Gorinda que estaba delante de ella, después de esto, le clavó la navala en la pierna izquierda, Gorinda se calló y Victoria le clavó la navaja en la pierna derecha. Gorinda no paraba de gritar y Norinda salió  a ver que pasaba y, al ver a Gorianda sangrando, en el suelo y a Victoria depié, delante de Gorinda; estubo a punto de desmayarse. No se lo podia creer, Gorinda en el suelo, sangrando. Victoria aprovechó el momento para correr acia Norinda y clavarle la navaja en un brazo y en una pierna. Norinda calló al suelo, inconsciente, y Victoria se marchó, corriendo, hacia su casa, seguida por Sombra, que habia presenciado la escena con una gran sinrias maliciosa en la cara, Victoria se iva pareciendo a ella, pero poco a poco.
                                                               
  -Hola chi... ¿¡PERO QUÉ TE HA PASADO, VICTORIA!?
  Victoria y Sombra acaban de entrar en casa. Victoria está manchada, por los brazos, el torso y la cara; de sangre. De su herida todavía mana un poco de sangre, pero, el resto, es de Golinda y Norinda.
  -Nada, solo la amenazaron con matarla y ella se la devolvió- contesta Sombra con una sonrisa maliciosa, llena de colmillos, en la cara.
  A Victoria ya le han desaparecido los colmillos y las manchas rojas de los ojos. Ahora está totalmente desorientada por lo que acababa de hacer. No se lo puede creer. Es posíble que en ese momento esas chicas se estuviesen desangrando y ella era la culpable de todo.
  -¿Ya has echo la página?- pregunta Victoria intentando cambiar de tema.
  -Si pero me falta el nombre- contesta Sergio.
  -¿Satán Devil Capture?
  -Demasiado ovio de que somos satánicos y la gente no quiere asociarse con satánicos.
  -Si no puedes poner el nombre completo pon las siglas: SDC.
  -SDC... no está mal... vale SDC y en estilo Edwardian Script ITC, ahora necesitamos el lema.
  -¿Qué tal: "Ladrones, asesinos... podemos hacer de todo"?- pregunta Sombra, que no habia participado en la conversación.
  -Demasiado directo.
  -Pero es lo que vamos a hacer-interviene Victoria.
  -Valeee... con tanta presión no puedo hacer nada... Ahora le doy a intro y... ¡PAGINA ECHA!
  -Bieeeen- Victoria levanta el brazo herido y lo baja en seguida por el dolor.
  -Ahora te lo curo. Sergio trae vendas- ordena Sombra.
  Sombra coloca las manos por encima de la herida de Victoria, sin tocarla, y empieza a hablar en un idioma muy extraño, aunque Victoria, no sabe el porque, lo entiende; Sombra estaba diciendo: "Sombras concentraos y convertios en un fulgor celeste para curar esta herida". En cuanto Sombra termina de recitar ese hechizo un montón de sombras se desprenden de las paredes, del suelo y del techo, y se van hacia las manos de Sombra, y cuando llegan ahí se vuelven de un color celeste casi blanco, de las manos de Sombra se van hacia la herida de Victoria y empieza a cicatrizar a una velocidad de vertigo, primero, deja de sngrar; segundo, la herida se empieza a empequeñecer y a echar una especie de vapor o algo parecido; y tercero, la herida queda completamente cicatrizada dejando una marca pálida en donde antes había estado. En ese momento llega Sergio y le da a Sombra un rollo de vendas.
  -Ahora sal de aquí y llevate el portatil- le ordena Sombra.
  -¿Por qué?
  -Porque le tengo que colocar el vendaje a tu hija y se va a tener que quitar la camiseta.
  Dicho esto Sergio cogió el portatil y salió de la habitación. Victoria se quitó la camiseta blanca, ahora rota y manchada de sangre, y la puso al lado. Con el corte el tirante del sujetador se le rompió y ahora le están colgando las dos partes. Sombra cogió la venda y se puso a enrollarsela al rededor del hombro.
  -¿Por qué me tengo que vendar la herida si ya me la has cicatrizado?- perguntó Victoria.
  -Porque se podría abrir en cualquier momento. Pasarán unos días hasta que te pueda cicatrizar totalmente o que tú sola puedas regenerarte.
  -Vale.
  -Ahora vete a descansar. Mañana ve al instituto como si nu hubiese pasado nada y vuelve rápido.
  -Sí, madre.
                                                               
  Es noche cerrada. A las afueras de la ciudad, delante de la caseta que presenció la masacre entre Golinda, Norinda y Victoria. Hay dos personas delante de los cuerpos, un hombre de mediana dedad y un chico de unos quince años. El hombre va vestido con una túnica completamente blanca, mientras que el jovel lleva una camisa blanca y unos pantalones negros.
  -No me puedo creer que esa maldita mestiza os halla echo esto, jovencitas- dijo el hombre mirando a los cuerpos que todavia conservaban un atisbo de vida.
  -Ven... gan... za...- dijo Golinda.
  -Ma... tar... a... Vic... to... ria- dijo Norinda.
  -Asi sea- dijo el hombre de blanco-. Alex, transporta a estas chicas al refugio. Tengo que experimentar con ellas.
  -Así sea, padre.
                                                               
  El instituto fue como siempre, profesores plastas, insultos de sus compañeros y todo lo demás. Con el timbre del recreo todos los alumnos salen corriendo de las clases excepto Victoria. Estaba muy tocada por lo que pasó ayer y, todavía, le duele el hombro. «¡Victoriaaa!», la voz de sus amigas le llega desde muy lejos aunque estan a su lado. Le duele la cabeza. Pasaron demasiadas cosas en los últimos tres días, y solo están a martes. Todavía le queda mucho por pasar. Un «Ya voy, joder.» salió de la boca de Victoria. No quería ser tan brusca pero le salió así. Sus amigas les molestó un poco la contestación pero la perdonaron en seguida. El recreo pasó rápido y las clases igual de rápido. El timbre. Terminaron las clases de hoy. Vuelta a casa. En las clases había oido qué Norinda y Golinda habían desaparecido. Se sentía muy mal por haberlas herido de gravedad y, puede, que las hubiese matado. Esa idea la carcomía por dentro, pero la atacaron, tenía que defenderse. ¿Qué? Esa no era ella. Ella nunca hubiese querido matarlas, pero algo en su subconsciente la llamaba y le decía que las matase, que eran un estorbo, un insecto al que aplastar. No, no era ella. No puede ser. Ya no se reconoce. Llega a casa. Entra en casa. Un gran abrazo de sus padres la sorprende. ¿Por qué estarán así?
  -Tenemos una buena noticia- dijo Sombra.
  -Tienes una misión- Sergio no podía salir de su estado de emoción-, vais a ir Sombra y tú detrás del centro comercial y allí os darán todos los detalles. Cambiate y corre.
                                                               
  Detrás del centro comercial todo estaba oscuro, pero se podía ver bien. Victoria se había cambiado el uniforme por un top, chaqueta de cuero, pantalones tejanos y botines, todo negro, y una bufanda morado oscuro, que utilizaba para taparse la cara. Delante de ellas había un hombre de madiana edad con un traje azul marino y un maletín de cuero marrón.
  -¿Son del SDC?- preguntó el hombre del traje.
  -Si, ¿que tenemos que hacer?- respondió Victoria.
  -Valla directa- susurra Sombra lo suficiente bajo como para qu solo la oiga Victoria.
  -Me llamo Alfonso Monterrer y soy un arqueologo. Hace unas semanas encontramos en la excabación un cristal que brillaba con los colores del arco iris y unas escrituras, en las paredes de la sala antigua donde estabamos excabando, que decian que el cristal estabilizaba el cosmos de toda la península, y, por si acaso, tenia pensado dejarla ahí, pero... un compañero de la excabación la sacó de la sala y se la vendió al Museo Nacional de Arte Reina Sofía y me gustaría que lo robaseis para debolverlo a su cripta.
  -Bien, tome esto y le avisaremos cuando ya tngamos la joya- dice Victoria sacando un walkie talkie de un estuche negro que tenía atado a la pierna izquierda y entregandoselo.
  -Muchas grcias, SDC.
  -No hay de que, hombre- interviene Sombra, que recibe un codazo en el estomago de Victoria.
  -Ya le avisaremos por el walkie talkie y nos lo debuelve cuando tengamos la pieza- dice Victoria, sombría.
  -Sí.
                                                               
  Es noche cerrada. Las nubes cubren todo el cielo, como en una lucha, la luz de la luna convatía con la oscuridad de las nubes para intentar superponer la luz a la oscuridad y, las nubes, lo mismo, pero a la inversa. Victoria y Sombra sobrevuelan el museo buscando un lugar por el que colarse.
  -Vamos a tener que utilizar la fuerza, principianta- comenta Sombra con una sonrias maléfica satisfacción en la cara.
  -¿Principianta? ¿Desde cuándo me llamas así?- pregunta Victoria.
  -Se me acaba de ocurrir, ¿a qué es bueno? como eres una principiante en esto de ser un demonio y de más...
  -Entremos y robemos la maldita joya de una... vez- dice Victoria aguantandose un insulto.
  Sombra se coloca a diez centímetros de el tejado, estira los brazos, saca una espada de doble filo de las muñecas y hace un agujero en el techo. Pasan dentro del museo y rompen las cámaras que las podrian gravar. Siguen adelante, buscando la joya, la encuentran, está en una urna con sensor de movimiento, si quitan la joya de su sitio el sensor emitirá una alarma que avisará a la policia y se meterán en un gran problema.
  -¿Qué hacemos ahora?- pregunta Sombra.
  -Primero, desconectaremos la alarma.
  -¿Y cómo hacemos eso, genio?
  -Hay una fuente de electricidad ahí mismo, si la destruimos pasarán unos segundos hasta que funcione la fuente de electricidad alternativa, así que tú cojes la joya cuando yo destruya la fuente, ¿entendido?
  -Sí- contesta Sombra-, cojer la joya cuando tú rompas la fuente.
  Victoria coje un cuchillo qué habia cojido de la cocina de su casa y lo claba en la fuente, de la que saltan chispas y por poco electrocutan a Victoria. Sombra saca una espada de doble filo, rompe el cristal y coje la joya. En cuanto la electricidad vuelve salta la alarma. Mierda. Corren por los pasillos del museo. La puerta principal está llena de policías, han llegado rápido.
  -Levanten las manos y suelten todas sus armas- dice un policía a través de un megáfono.
  Sombra y Victoria avanzan hasta colocarse a dos metros de los policías y, Victoria, sacó una tarjeta en la que solo traía "SDC" y se la lanzó a los policías; Sombra, se colocó en una postura desafiante y sacó sus alas. Todos los policías quedaron asombrados, el policía del megáfono se le calló del asombro. Victoria hizo lo mismo, pero con un poco de esfuerzo, todavía no se acostumbra a sus alas, pero ya no le duele al sacarlas. Las dos cojen impulso y salen volando hacia su casa. Desde allí llamarán a Alfonso y quedarán para darle la joya y recibir su dinero y el walkie talkie.
                                                               
  -Rápido mirad las noticias.
  Sergio está muy alterado. Como para no, ¡su hija y su mujer están en la televisión! ¿Cómo consiguieron gravarlas? No es posible. ¿Por qué le ocurre esto a él? Menos mal que Victoria llevaba la bufanda morada tapándole hasta la nariz. Victoria y Sombra miran la televisión sin poder creerse lo. Están el la televisión. Están retransmitiendo el momento en el qué sacan las alas y se van volando. La retransmisión termina y la reportera aparece diciendo: "Esto que acaban de ver es real. Pasó ayer en el museo de arte de la Reina Sofía cuando dos ladronas robaron una joya que se iva a exponer en dos días. La policía no las pudo detener, aunque, escaparon delante de ellos. La ladrona más joven lanzó una tarjeta a los policías en la que traía SDC. La policía está investigando qué significa eso. Cuando sepamos más les informaremos. Aquí se despide vuestra presentadora en el telediario de la mañana"
  La cocina queda en completo silencio, solo roto por la televisión que sigue encendida. Han quedado en estado de shok. No se lo pueden creer, las gravaron mientras escapaban. Esto debe de ser una pesadilla. Sí, debe de ser una pesadilla. Por suerte, Sombra, es un demonio, y no hay registros de ella en los bancos de datos humanos; y, a Victoria no se le vio nada que la pudiese delatar, ¿o sí?

  Estaban en el cambio de clases y todo el mundo se habian puesto en grupos para hablar del mismo tema: el robo al museo de ayer y como las dos ladronas escaparon volando. A Victoria le molestaba que hablasen de ese tema y, sobre todo, que los policías hubiesen llegado tan pronto.
  -Vicy, ¿por qué tienes esa cara de amargada?
  Patricia siempre se preocupaba de ella como si fuese su hermana. Se conocieron en la guardería y, desde entonces, han sido las mejores amigas del mundo.
  -Es que me ha sorprendido mucho que pudiesen tener alas... Parecían demonios... o aldo por el estilo.
  -A ti y a todo el mundo cariño- intervino Aroha.
  -Te he dicho que no me llames cariño- dijo Victoria frunciendo el ceño.
  -Creo haber entendido a mi padre que van a tener el incidente de ayer muy en cuenta -intervino Patricia.
  -Pobres de los ladrones, a de más de estar en la carcel, serán estudiados en un laboratorio como ratas.
  Un escalofrío recorrió la espalda de Victoria. Se imaginó como se le acercaban unos doctores con batas blancas y bisturis en las manos. Intentó escapar, pero tenía manos y piés atados con cadenas enganchados al suelo y a las patedres blancas blindadas, donde nadie la oyese gritar.
  -¡Eo! ¡VICTORIA! ¿¡Sigues viva!?
  La voz de Patricia la despertó de su pesadilla.
  -¿Eh? ¿Qué pasa?
  -Te quedaste muy palida cuando dije lo de los experimentos- explicó Aroha.
  -Por ahí viene el profesor de Matemáticas. Vamos Aroha- dijo Patricia.
  Patricia y Aroha se sentaron en el pupitre de detrás y Victoria volvió a estar sola con sus pensamientos.
  Si la encontraban experimentarían con ella como si fuese una rata... no podía dejar que la pillasen. De ahora en adelante sería más cuidadosa.

  -Padre, ¿está seguro de querer experimentar con estos grotescos y horrorosos seres mundanos?
  El joven que se había llevado a Golinda y Norinda estaba ahora vestido con unos pantalones negros y una túnica blanca de cura. Su tez pálida destacaba sobre las paredes de roca mugrienta de el sótano de la iglesia abandonada que habían tomado esta vez para ocultarse.
  -Sí, Alex, me parecen perfectas para mis experimentos por que si no funciona a la primera las clono y lo vuelvo a intentar.
  El padre de Alex iba vestido como un obispo, una túnica blanca hasta los tobillos y una bufanda por los hombros roja sangre.
  Las paredes de la sala estaban cubiertas con estanterías llenas de frascos que contenían fetos, extremidades y órganos de razas que, seguramente, no eran humanas. En el centro de la habitación estaban dos mesas de piedra y Norinda y Gorinda atadas en ellas.
  -Alex, tienes que saber lo todo de la semi-demonia que está ayudando a Sombra a chafarnos los planes. Estoy casi seguro de que es su hija. Te convertirás en alguien de su confianza y, entonces, la traerás aquí y la exterminaré, ¿comprendido?
  -Sí padre.

  Cuando Victoria salió de clase no paraba de tener la sensación de que la vigilaban. Dio la culpa de esa sensación a que había muchos más policías que de lo normal. Entró en una panadería a comprar unos panes dulces para la comida.
Hoy había quedado detrás de el súper mercado a las tres con Sombra y Alfonso, el arqueólogo, para devolverle la piedra y recibir su paga. El tiempo pasaba despacio y seguía teniendo la sensación de que la vigilaban.